En el actual contexto social, político y
económico en que se encuentra España, nuestro Gobierno aprobó el pasado
5 de abril el tan esperado RD 235/2013, dentro del plan integral de vivienda y suelo 2013-2016,
en el que también se abarcan temas como la flexibilización del mercado
de la vivienda y la rehabilitación, regeneración y renovación urbana.
Con este plan el Gobierno de España trata de solucionar uno de los
problemas a los que nos enfrentamos marcando objetivos como “mejorar el
estado de conservación, la accesibilidad, la calidad, la sostenibilidad y
la eficiencia energética del parque de viviendas” y definiendo cuáles
de estos problemas son prioritarios, como “mejorar la eficiencia
energética de nuestros edificios y de las ciudades para dar
cumplimiento a nuestros compromisos de la Estrategia Europea 2020 y
conseguir una economía de bajo consumo de carbono.” El Ejecutivo también
señala en el plan que “las viviendas consumen en España el 17% de toda
la energía del país y las emisiones de gases de efecto invernadero
causadas por los edificios han crecido más de un 20% desde 1990.”
Si bien los objetivos son totalmente
positivos, también es cierto que una explicación más clara de los
problemas ayudaría a facilitar la compresión, a la mayor parte de la
población, de la necesidad de un cambio en la política energética en
España. Es aquí donde los profesionales de este sector debemos centrar
gran parte de nuestros esfuerzos.
A pesar de que la situación económica
del país no se encuentra en época de esplendor, nuestro Gobierno está
dejando de lado un problema que a medio plazo será de vital importancia:
“la dependencia energética exterior”, uno de las problemáticas estructurales de la economía española” (más
de dos tercios de la energía que consumimos la importamos). Esto
provoca, además, un aumento del temido déficit y una gran inestabilidad
debido a la falta de previsión y control en los precios.
¿Cuánta gente conoce qué porcentaje representa ese 17% de toda la energía del país en M€?
Usando el último Saldo conocido en la
balanza energética (el comprendido entre Octubre del 2011-2012) la
respuesta a la pregunta es la no despreciable cifra de 10.640 Millones de € al año.
Dinero que España malgasta al comprar combustibles fósiles (gas natural
ó petróleo), que aquí quemamos sin conciencia ni mesura y que podríamos
ahorrarnos, ya que hoy en día existen los medios, los profesionales y
la tecnología competitiva para reducir este consumo del 17 % a un
porcentaje casi nulo.
Fuente: Ministerio de Industria, Energía y turismo, ABC Asesoría Energética y Bloomberg.
Este 17% también representa 1/3 de los beneficios que genera el turismo en nuestra economía. Esta
cifra toma mucha más importancia si la comparamos con los beneficios
que genera a las arcas del Estado unos de los principales motores de
nuestra economía: el turismo.
Pero, ¿cuántos de nosotros conocemos cuál es la balanza económica del
estado Español en este sector? Tomando como referencia los datos de la
Organización Mundial del Turismo, que ha presentado el balance del año
2012, España en ese año cerró con una subida del turismo de un
2,7%. 57,7 millones de personas viajaron a nuestro país, consagrándolo
como el tercer receptor de turistas del mundo. Un buen año a nivel
internacional.
Estos datos han hecho que España tenga “el mejor balance turístico del mundo”, unos ingresos que rondan los 43.000 millones de euros,
cifra que, comparada con lo que se gastan los turistas españoles
(12.000 millones), arroja un superávit de entre 30.000 y 31.000 millones
de euros.
Si bien es cierto que este certificado
no lleva asociadas medidas de mejora de obligado cumplimiento, sino sólo
recomendaciones, la existencia de planes como los que acaba de aprobar
el Gobierno, la propia conciencia social de los ciudadanos y un uso
adecuado de las subvenciones, pueden ayudar a paliar este malgasto de
dinero, a disminuir el paro y a propiciar que nuestro país retome la
senda del crecimiento y vuelva a ser uno de los motores de Europa.
Es por eso que todas las empresas y
técnicos tenemos que convertir los certificados energéticos en el primer
paso para la concienciación ciudadana sobre la necesidad de reducir los
consumos energéticos de nuestras viviendas, oficinas y centros de
trabajo, eliminando la percepción de que estos certificados son un papel
con una letra, un documento más, un impuesto, o una tasa, sin darle
ninguna importancia.
Tenemos la obligación de hacer entender a
nuestros clientes la verdadera importancia de este certificado
energético. Tenemos que hacerles conscientes de la importancia que la
eficiencia energética tendrá en un futuro próximo. Y es que, muy
probablemente, el futuro de nuestro país esté condicionado por el
consumo final de energía que tengamos.
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